Ambos se inculpan por la suerte que corrió aquella mujer. Se acusan mutuamente de su posible muerte.
Chepandolfo, el dependiente del salón instiga de manera sospechosa a los dos clientes; y la mujer, desde su propio espacio y tiempo, increpa la actitud machista de aquellos hombres, haciéndolos que escarben sus propias vísceras y sus propias psiquis.
Más que una noche, aquella es una malanoche que atrapa con su sopor tropical las culpas volátiles, cual moscas, de aquellos hombres perdidos en la oscuridad de sus propias conciencias.
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